jueves, octubre 19, 2006

Matando al tiempo

No se si lo que a continuación quede plasmado en estás líneas tenga algo de relevancia, ni siquiera se lo que pienso escribir... asi que dejemos que los pensamientos fluyan sin interrupción pues ahora mismo me encuentro en un cibercafé cercano a la plaza de Viña, según reloj de PC son las 21:32, ser esclavo del tiempo no me simpatiza para nada, como acto de rebeldía no uso relojes, salvo en ocasiones muy específicas, cuando la puntualidad es fundamental.
Una de las mayores satisfacciones de esta postura rebelde que llevo contra la concientización del tiempo que las responsabilidades cotidianas tratan de internalizar en nuestro ritmo de vida y que a veces nos hacen esclavos de un aparatito que puede venir en formatos tan variados como los clásicos tictacs de un segundero o algo mas convencional como un reloj digital que incluya barómetro y otros artificios que lo hacen parecer una especie de llave que nos abrirá el portal hacia otros tiempos; es el hecho de poder desconectarte a ratos de la corriente implacable de la globalidad en la que a veces nos dejamos llevar sin darnos cuenta.
Puedes ir caminando por la calle y sin necesidad de tener un reloj a mano poder estar conciente en todo momento de que tu existes y que eres único y que puedes estar tan conectado contigo mismo y a la vez super conciente de lo que te rodea, conciente de no caer descontroladamente a ese caudal de vida agitada que la sociedad impone, darte cuenta que cada cosa que haces, aunque pequeña que parezca puede tener la más sorprendente de las consecuencias... estar conciente de que tu ritmo de vida no puede estar por debajo del ritmo de la globalidad, tú éstas sobre esa corriente y tú la controlas y cuando quieres te puedes dejar llevar por ella, y cuando necesitas un respiro tienes el poder de salir del río y buscar un momento sólo para ti.
Hoy me fabriqué uno de esos momentos... el sol estaba a punto de esconderse tras la Punta Ángeles en Valparaíso... calculaba que en una hora más (sin uso de reloj) Me encontraba a la altura del casino de Viña del Mar, procedí a caminar tranquilamente hacia Playa Las Salinas, lugar donde estimaba podía ver el ocaso por completo sin que el sol se escondiera tras los cerros antes de caer tras la línea del horizonte. El horizonte de la mar estaba perfecto, se distinguía claramente la frontera entre el cielo y el mar (aunque yo he tenido la impresión de haber estado en un lugar donde cielo y mar se unían), pues bueno me pusé a hacer unas fotos de aquel momento, recordé también aquel pacto que alguna vez hice a orillas del mar en una playa con bravas rompientes donde la voz del mar te llenaba y te daba nuevas fuerzas, le regalé unos versos al mar, aquellas letras que quedaron plasmadas en una hoja y que luego de haberlas leído abrazaron la piedra que cogí, la más redonda que encontré, sin aristas... sin filos una piedra esculpida por las olas... aquella piedra envuelta en esos versos que fueron lanzados al mar, un humilde tributo.
Me imaginé que aquellos versos habían cobrado vida propia junto a la piedra y que viajarían a través de las aguas a reencontrarse conmigo cada vez que yo pusiese mis pies en dominios marinos. Cada vez que me acerco al mar pienso que aquellas letras me podrían estar observando asomando sus versos entre alguna caprichosa ola.
Estos días en Valparaíso han sido reconfortantes en muchos aspectos. Fue muy especial haber aprobado el examen de simulador de buque zarpando desde el puerto de Valparaíso, el puerto que me vio nacer, creo que estaba predestinado a conseguir este logro sólo si lo hacia haciéndome a la mar desde este puerto, salió todo muy bien gracias a Dios, hice lo justo y necesario, de hecho me comentan que la maniobra que hice duro apenas 21 minutos, según los instructores ha sido el tiempo más rápido de zarpe simulado desde el querido puerto, asi que tengo un record... jejeje
Me he reencontrado con varios amigos que no veia de hace mucho tiempo y a esta hora deben estar cabeceandose haciendo sus últimos preparativos para el examen que dan mañana, confío en que les irá muy bien a todos.
Pero lo más importante es que me he reencontrado conmigo mismo, me he dado cuenta que en todo lo que uno haga debes ser tu mismo, sin dejarte influenciar por lo que digan los demás... alcanzar eso es muy reconfortante y reconforta a los que te rodean.
Hablábamos de no ser esclavos del tiempo, pues creo que en este rato que escribí estas líneas me fui en volada y no me he dado cuenta que ha pasado mucho rato ya.
Es genial intuir el tiempo, a veces te preguntan la hora y tú la puedes deducir sin tener un reloj a mano, creo que por lo general no le erro por más de 10 minutos, generalmente le achunto casi exacto, pues uno tiende a redondear los minutos de cinco en cinco. Cuando hay sol es más fácil todavía pues sabiendo que a una cierta altura sobre el horizonte le corresponde una hora determinada al día se anda bastante bien con la estimación. Bueno esa capacidad creo que la aprendí sin darme cuenta cuando navegaba y hacía cálculos astronómicos, sin navegar por GPS ni algún instrumento satelital que te haga dependiente de artificios imperfectos, sólo el sol o las estrellas y un sextante que nunca fallan, sin duda el mar me ha dado mucho y me ha permitido conectarme más con la naturaleza y conocerme más a mi mismo... eso si a veces se extraña una buena compañía.
Asi que a la mierda los relojes!!!

A la escucha: Audioslave/Dandelion

Powered by Castpost

Entre el cielo y el mar ... un bitácora de viaje.