miércoles, enero 28, 2009

del fuego

A pesar de que mi existencia se debate entre tierra y mar, no puedo negar mi inmemorial atracción por el fuego. Me encanta prender fogatas cada vez que voy al campo y me quedo pegado horas mirando el chisporrotear de las chispas, en silencio, ausente sin pensar en nada... y siempre me he preguntado porque no habré sido bombero.
De pequeño tuve tendencias pirómanas, mi madre suele recordar aquella vez que estuve a punto de incendiar el equipo de sonido National Panasonic por prender un fósforo a la tela que envolvía la caja de madera que contenía a uno de los parlantes. Al percatarse mi papá, me preguntó porque lo había hecho y sólo le respondí que era para saber que había dentro de esa caja que envolvía la tela agujereada por la llamita del palo de fósforo. Al tiempo, cuando tenía como nueve años, quemé la mitad de un cerro que colindaba con los bloques de apartamentos donde vivíamos ( y lo digo con malicioso orgullo)... bueno en realidad era un cerro pequeño, mejor dicho una loma que tenía pastizales secos del verano. Esa vez estaba con un amigo al que su mamá había dejado unos fósforos para que se los guardara, fue como pasarle la manzana en la mano a Eva, claro que esta vez fue una manzana incendiaria ya que no se me ocurrió mejor idea que pedirle los fósforos a mi amiguito y prender los pastizales secos que estaban en las faldas de la loma para quemar lagartijas. El fuego ardió al instante y empezó a avanzar pendiente arriba. Lo peor fue que justo salió un vecino que vivía en los bloques del frente y nos cachó... "Que están haciendo cabros culiaos!!!" fue lo único que alcanzamos a escuchar y nos echamos a correr al departamento del amiguito que quedaba en las faldas de la lomita.

Estuvimos toda la tarde encerrados en el departamento, protegidos por la madre de mi estimado mirando tras las cortinas como la gente del bloque que estaba en la parte alta de la loma intentaba apagar el fuego con tiestos llenos de agua y algunas mangueras de jardín, mientras el viejo que nos descubrió nos buscaba comentándole a la gente que el pequeño bandido, o sea el que escribe, vestía polera roja y tenía un cómplice que le acompañaba. Les tomó toda la tarde apagar el fuego voraz jajajaja. Ya empezando a anochecer cada uno de los vecinos se fueron a sus casas, instancia adecuada para hacer sigiloso abandono del departamento que fue mi guarida de malhechor y llegar a mi casa con cabeza de aureola reluciente y ojos de estatua santificada... "mamá que aquí no ha pasado nada... mi amigo me invito a tomar el té y ver tele"

Bueno hay otras travesuras más... otro día las cuento.

Dicen que el fuego es materia de revolución, que estuvo en el momento mismo de la creación y fue la primera luz. Quizás Dios quizo decir "hágase el fuego" y no lo que aparece en todos los génesis de las biblias, el famoso "hágase la luz" creo que lo tradujeron mal, como siempre la religión targiversando las cosas y confundiendo a las masas... pero eso es otro tema. Así como el fuego es nacimiento y creación, puede ser lo opuesto destrucción pero no para muerte, sino para transformar y renovar (como el Fenix que muere para renacer de las cenizas en un círculo eterno... la vida misma), y claro si el hombre deja de ser animal con el fuego y vuelve a ser animal con el fuego, porque fue el único elemento que el hombre robó a los dioses.

Creo que es eso lo que me pasa con el fuego, me desconecta, me libera de todo pensamiento, me envuelve con su luz como si fuera nexo entre mi mundo físico y mi mundo espiritual, las chispas que se elevan impredecibles y furtivas serían como mensajeros entre el cielo y la tierra que que se van apagando poco a poco en la leche de las estrellas y así pasa la noche entera observándo mudo en fascinación... una misteriosa atracción que me "permite sentir como animal por un pequeño instante para adorar a los dioses, volver a mirar al cielo para después volver a pensar como hombre" y despertar.





Entre el cielo y el mar ... un bitácora de viaje.